jueves, 1 de noviembre de 2007

Esta sí que la buscarás en vano en GOOOOOOGLE...

Hay cosas que en Google no existen, pero sí en el Libro Gordo de Petete que administra este Sargento Pasaleña.
¿Tenés diez minutos? Acomodáte entonces. El asunto es así: Hurgando en Google, sí señor, hallé un hermoso portal sobre el famoso Tren del Presidio en Ushuaia, que vos podés abrir así:

clic: www.railwaysofthefarsouth.co.uk/10bpresidiolocos.html
Allí encontrarás al comienzo la foto de una de las locomotoras con dos hombres junto a la máquina y esta sugestiva leyenda:


Los hermanos Leonelli trabajando en una loco en Ushuaia

The loco looks well-cared-for, and so it should with so much free labour! This picture is notorious for reasons unconnected with railways, for two of the prisoners attending to the engine are the Leonelli brothers, who were sentenced to life in Ushuaia after murdering a total of 20 people.

¿Terminaste de leer el epígrafe y te llamó algo la atención?
A ver de nuevo, la última frase:
"
... después de asesinar un total de 20 personas."
¿Asesinar a 20 personas? ¿Cómo? Alineándolos para acribillarlos con la tartamuda? O si no, ¿cómo? Pensá mientras seguis leyendo.
Ocurre que hace 40 años conocí a Norberto P., que hoy vive a la vuelta de casa. Nos encontramos a menudo.
Un buen día Norberto me contó que en su juventud, antes de iniciar sus estudios de antropología, vivía en Tierra del Fuego. Más concretamente en el extremo Este del lago Fagnano (pueblo que hoy se llama Tolhuin, una de las localidades más "jóvenes" del país).
Allí funcionaban varios aserraderos, y en uno de ellos trabajaba él.
Cuando por allá en 1947 Perón disolvió la Ergástula del Sur (ver:
http://www.tierradelfuego.org.ar/museo), también quedaron libres los hermanos Leonelli,
Mateo y José. Uno de los dos había juntado suficiente dinero como para comprarse un Forcito e irse al trotecito a Buenos Aires; el otro recaló en el aserradero de terciada de la familia P.
Este hombre hizo buenas migas con el muchacho Norberto, y un buen día, entre mate y tortita, le confesó la causa de su prolongada reclusión (que había sido por tiempo indeterminado).
Leonelli comenzó entonces contando que eran de Mendoza y que allí tenían un local de juegos de azar y lotería que también era una casa de cambios frecuentada por chilenos que venían del otro lado de los Andes por la entonces recientemente habilitada línea del Transandino.

Pero antes de seguir -¡mirá que se hace larga!- manoteo el Libro Gordo de Petete para saber por qué se dice lotería. Buena pregunta, ¿no? Se llama así porque antiguamente (¿y ahora ya no?) los Césares y Napoleones le asignaban a los soldados de sus tropas vencedoras
una recompensa en tierras; lo hacían también los Reyes de España cuando de un continente que no les pertenecía otorgaban mercedes a los conquistadores.
Pues bien: a cada uno de los agraciados les corrspondía (en francés) un lot, o sea una parcela o lote; de ahí entonces que la repartija se llamara lotterie...

Sigamos.
El buen hombre le fue relatando entonces a Norberto que con su hermano instalaron en el local, frente al mostrador, una tapa (o bien un escotillón disimulado) que cubría
un foso dentro del cual había abundante cal viva.
Si acudía un cliente con un fajo grueso de circulante, accionaban la escotilla ...¡y nunca más de los jamases!
Bueno, esto funcionó durante varios años (era durante la Primera Guerra Mundial), hasta que después de la desapariciòn de la 20ª víctima, por 1917 (nota incluso en Caras y Caretas) los pillaron y enviaron al fin del mundo.
Allí pasaron los 30 mejores años de su vida, hasta ser liberados.
En la foto se los puede ver, en riguroso traje a rayas pero ocupando un puesto de privilegio porque maquinista no podía ser cualquiera.
Esto es, pues, lo que en vano buscarás en cualquier máquina de consultas algoritmicas.
Porque como dice el Negro Juárez: Google es un océano de 20 centímetros de profundidad...
FBK

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